20.10.08

Disciplina y el canto de pajaros mientras amanece

En estas dos últimas semanas he estado con sensaciones de disfuncionalidad. ¿De qué? Yo que sé. No he hecho nada.

Yo no puedo tener la mente puesta en una sola cosa por más de una hora, cuando ésta no me gusta. Todo lo restante del día se me bloquea. Me siento inmerso en eso. Desagradable. Como perteneciente a esos asuntos académicos de saco y corbata, de lengua de robot, de pechito inflado documentero.

No es que quiera huir de esos asuntos. Desearía afrontarlos con demasiada anestesia, como creo haberlo hecho hasta hace un mes. Pero ahora ya no parece ser así. Tengo que teletransportarme con la rapidez de un micro para llegar a tiempo. Ese tipo de obligaciones me fastidian.Veo este blog desnutrido y ya sé quién tiene la culpa. No, yo no. Mi cámara se quedó en el depósito durante estos diez últimos días. Mi cuaderno ya no tiene tantas palabras como antes. Y Pequeñas Infamias se ha quedado con el separador en la página cuarenta y siete. No creo que tenga yo la culpa.

El sábado pasado (madrugada del domingo para ser exacto), regresando cada uno a su casa, nos sentamos en la esquina de Palmeras con Dos de Mayo, a una cuadra del límite de Lince y San Isidro. Íbamos a esperar a que uno suba y baje del quinto piso de su edificio para traernos agua helada. Fue ahí cuando se me vino el ebrio de cantina y le conté al más sobrio exactamente lo escrito en el anterior párrafo. Se demoró mucho en abrir lo boca, pero terminó diciendo lo necesario. Te falta disciplina.

Tomamos el agua y nos volvimos a parar. Faltaban casi cinco cuadras para llegar a mi casa y, sin embargo, ya no caminaba desganado. Había solamente necesidad de disciplina . Además, el canto de los pájaros escondidos en los árboles, mientras amanece, siempre me estabiliza.

2.10.08

Y tal vez

Ayer, en el pastificio de Leal también estaba tu hermana.
Tú no estabas
y no había de qué hablar.
Por eso saludé
y por eso pregunté por ti.

Oía su voz haciendo sonidos que tenían que ver contigo.

Mientras tanto, presentía que aún eras la misma hija de puta
que puede darme algo de paz,
y eso es bonito
cuando estoy solo,
cuando estás sola,
cuando no estamos.